Auto-construirnos Rafael Edwards

Este es un post especial.

No será uno más de los que van componiendo mi pequeña guía de bioconstrucción para autoconstructores. Tampoco tendrá una gran extensión.

Sin embargo, creo que merece la pena hacer un alto en el camino. Me explico.

Si eres suscriptor de íNDIKON, recibiste hace unas semanas, a través del boletín, mi petición de ayuda para intentar centrar aún más los contenidos de esta web en los intereses de quienes os acercáis por aquí de vez en cuando.

Te lanzaba esta pregunta: ¿Cuál es tu principal preocupación a la hora de planificar e iniciar un proyecto de construcción o rehabilitación siguiendo los criterios de la bioconstrucción?

Si quieres aportar tu granito de arena, aún puedes hacerlo. Sigo atento a vuestras opiniones.

Pues bien, hace unos días recibí un correo de David, que me pareció que planteaba una cuestión básica. Radical , diría yo (de radix, raíz).

Despues de pedirle permiso para publicarlo aquí, os copio el texto que me envió (la negrita es mía).

Estimado Andrés:
En contestación a tu pregunta, mi “preocupación” es muy fácil de verbalizar, pero muy difícil de materializar: la “colaboración”. Encontrarla: ¿dónde está?; ¿dónde se encuentra?; ¿quién la tiene?; ¿dónde se perdió?; ¿existió alguna vez?; ¿quién la secuestró? Por este motivo, más que una “preocupación”, para mí, es un “lamento”. Queda mucho por hacer… o por construir. Tal vez, lo más importante no sea construir “edificios”. Quizás, lo más importante sea “auto-construirnos”. Forjarnos una personalidad a través de las relaciones con los demás. Basadas en la honestidad, la sinceridad, la colaboración desinteresada, la solidaridad, el altruismo… Y alejadas, como hasta ahora, del “intercambio monetario”. ¿Qué más podemos ofrecer, que no sea dinero? En fin, ¿podrá conseguir la “arquitectura” volver a unirnos?
Un abrazo

No quiero añadir mucho más. Ahí quedan las palabras de David, esperando tu comentario.

¿Qué te parece? ¿Colaboramos? El debate está servido.