La bioconstrucción, una forma más consciente de habitarCreative Commons License Walt Stoneburner via Compfight

Actuar a ciegas, sin saber dónde se encuentra uno, suele ser garantía de fracaso.

Desde un simple coscorrón al andar a tientas en un lugar desconocido a oscuras, hasta la salida de tono ante unos compañeros de charla recién conocidos. Los ejemplos son numerosos. Todos hemos pasado por ellos.

Las consecuencias, habitualmente, se quedan en la anécdota. Sin embargo, en función del calado de la acción que tengamos entre manos, la cosa puede ser mucho peor.

De alguna forma, perder el contacto con la realidad nos lleva a tomar decisiones inconscientes. Aislarnos no es una buena idea.

Sentirnos  bien es uno de los mayores desafíos en los que nos solemos embarcar. Como dirían los franceses, “être bien dans sa peau” (estar bien en nuestra piel).

¿Te acuerdas de las 5 pieles de Hundertwasser?

Porque todos tenemos claro que la inadaptación social supone un riesgo serio de exclusión, especialmente cuando lo que pretendemos es encajar y conseguir la aprobación de nuestro entorno. Volveré sobre esto más tarde.

Pero, ¿qué ocurre con el resto de nuestras pieles?

No es ahora el momento para analizar las implicaciones de sentirnos mal en todas nuestras pieles. Por ahora me conformo con hacerte caer en la cuenta de que de poco nos vale sentirnos bien con nosotros mismos (1ª piel), con nuestra apariencia externa (2ª piel), con nuestra casa (3ª piel) o con nuestro entorno familiar o social (4ª piel), si, después de todo, no encajamos en nuestro planeta (5ª piel), el verdadero sustento de la vida de la que estamos compuestos.

Me temo que permanecer inconscientes de esto mucho más tiempo puede llevarnos a cometer errores irreparables como individuos y como especie. Es posible que la vida continúe a pesar de nuestro estado de inconsciencia generalizado. Otra cosa es que nosotros estemos aquí para vivirla.

Permanecer conscientes a este nivel implica necesariamente estar profundamente conectado con él. O dicho de otro modo, sólo un cambio de consciencia puede mantenernos realmente vivos.

Y aunque parece que desde que escribimos nuestra historia siempre hubo quien echó en falta algo más de consciencia en nuestras acciones, una forma más consciente de habitar, el momento histórico que vivimos pone de manifiesto el grandísimo error de haber olvidado donde vivimos.

Como diría Krishnamurti, “no es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.

¿O acaso es exagerado decir que nuestro estilo de vida actual está destruyendo los propios fundamentos de la vida? ¿Es o no es esto de inconscientes? ¿O de enfermos?

Estamos interfiriendo en el clima, el agua y el suelo, auténticos soportes vitales de la vida tal y como la conocemos. Nuestros organismos se resienten, cada vez más sensibles, perdiendo la capacidad de adaptarse a los cambios de nuestro entorno. Las enfermedades ambientales se multiplican. El gasto sanitario se dispara poniendo casi todos los recursos en la atención sanitaria mientras descuidamos el medio ambiente.

Ni siquiera dentro de nuestras viviendas estamos a salvo. No debería extrañarnos. Según la Agencia Americana de Contaminación y Medio Ambiente (EPA), la contaminación en el interior de nuestras casas es entre 2 y 5 veces superior a la exterior, pudiendo llegar a ser hasta 100 veces superior.

Me doy perfecta cuenta de que el panorama no es muy halagüeño y de que el trabajo pendiente exige un cambio radical que nos llevará un tiempo que no sabremos si tendremos.

La buena noticia es que sabemos que es así. Sabemos también que nuestra principal herramienta para la ingente tarea que tenemos por delante aún es gratis, está disponible en cantidades ilimitadas y aún no es patrimonio de ninguna corporación: nuestra consciencia.

No se me ocurre mejor forma de colaborar con este propósito que dedicarme a facilitar criterios, argumentos, recursos y experiencias para habitar de manera más consciente.

Y después, por supuesto, vendrán los materiales, los sistemas constructivos, las instalaciones, los acabados,… la casa.

Por eso, tanto si estás pensando en construir o rehabilitar tu vivienda como si no, si andas detrás de bioconstruir tu estilo de vida, cuenta conmigo.

¿Te puedo ayudar?

Newletter

¿Qué te ha parecido? Si te ha gustado, únete a íNDIKON y recibe mis contenidos y propuestas para suscriptores

 *No compartiré con nadie tu e-mail. A mí tampoco me gusta el spam.