De una u otra forma, la autogestión de los aspectos básicos de nuestro vivir más cotidiano (la alimentación, el vestido, el cobijo o la salud) se está convirtiendo en una potente palanca de cambio y transformación sobre la que cada vez más gente se siente llamada a actuar.
Y el ámbito de la vivienda no está siendo ajeno a esta tendencia.
A veces ocurre.
Una idea se abre paso con fuerza en las vidas de varias personas y es capaz de hacer que se encuentren para compartirla y darla forma.
Eso, más o menos, fue lo que ocurrió el pasado fin de semana en Becerril de Campos (Palencia). Una treintena de personas nos reunimos para hablar sobre autoconstrucción y bioconstrucción.
Nuestro estilo de vida destruye los propios fundamentos de la vida. La bioconstrucción propone una forma más consciente de habitar.
Una vez que has descubierto el verdadero entramado de la vida, ya no hay marcha atrás. Es la mala y la buena noticia. Nada volverá a ser igual.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Defendía Hundertwasser que nuestro hogar era nuestra tercera piel. La primera era nuestra propia epidermis, la segunda nuestra ropa, la cuarta nuestra identidad y la quinta nuestro planeta.
