Creative Commons License A Guy Taking Pictures via Compfight

 

Te doy la bienvenida a la primera de las 11 entradas en las que te iré hablando de los temas que imparto en el curso de introducción a la auto-bioconstrucción.

Como siempre digo, pregunta todo lo que creas oportuno. Emplearé sin reservas mis recursos para contestarte.

El contexto

Dicho esto, te advierto de que lo que voy a contarte ahora no es probablemente lo que esperabas leer en una entrada sobre construcción.

¿Preparado?

Ahí va: la principal herramienta de la bioconstrucción es la conciencia. Una conciencia global capaz de establecer una profunda conexión con la realidad. Con toda la realidad.

No es ninguna novedad. Ya Abraham Maslow, creador de la teoría de la “jerarquía de las necesidades”, propuso que esta conciencia sería también el componente esencial de la auto-realización personal.

Pero, ¿cuál es nuestra realidad?

¿Recuerdas lo que escribí sobre la importancia de mantener el contacto con la realidad?

No ser conscientes de que nuestro entorno es también nuestra piel, de que la vida nos alcanzará allí donde nos encontremos, es negar la realidad más profunda. Es negarnos a nosotros mismos. Es negar la propia vida.

La profunda convicción de que no somos algo diferente de nuestro entorno es el fundamento de la bioconstrucción de la que te hablaré en la serie de entradas que hoy inicio.

Aislarnos de nuestro entorno impide que nuestro organismo responda de forma equilibrada y se auto-regule.

De alguna forma, “sacarnos de contexto” nos impide ser quienes podríamos ser. Por eso, perder la conciencia de dónde vivimos es una mala idea.

Así que, aunque hablaré a lo largo de las próximas entradas de cómo conseguir espacios sanos y asequibles en los que vivir y trabajar, el verdadero reto se encuentra en crear las condiciones para que el cambio de conciencia tenga lugar.

Por eso me gusta decir que, incluso si no se produce el acto de edificar, la bioconstrucción puede y debe ocurrir.

Biología del hábitat

¿Cómo resolveríamos nuestras necesidades, desde las más básicas hasta las más elevadas, si fuéramos plenamente conscientes?

¿Te has planteado cómo sería nuestra nutrición, nuestro trabajo, nuestras relaciones sociales? ¿Nuestra casa?

En 1969, Anton Schneider, fundador del Institut für Baubiologie+Oekologie Neubeuern (IBN), introdujo el térmico baubiologie o biología del hábitat para referirse a la disciplina que estudia las relaciones holísticas del ser humano con su entorno edificado residencial y laboral.

Aunque en castellano solemos utilizar la palabra bioconstrucción como sinónimo del término alemán, lo cierto es que hablar de hábitat y no sólo de construcción, aporta un matiz a la definición que me parece muy interesante.

Y hablando de matices, me gustaría hacerte caer en la cuenta de que, incluso cuando hablamos de “bio-logía”, el lenguaje puede traicionarnos y hacernos creer que nuestra limitada capacidad lógica es suficiente para alcanzar una verdadera comprensión del fenómeno de la vida.

De alguna forma, la vida se resiste a ser atrapada en un laboratorio y ser reducida a un mero objeto de estudio. Probablemente, lo mejor que podemos hacer con ella es vivirla y, como decía el protagonista infantil de una entrañable película, “darle más uso a la vida”.

Viviendas para vivir

Si has llegado hasta aquí, creo que no es necesario que me extienda en justificar que la construcción convencional, y especialmente la más reciente, no se ha caracterizado precisamente por aplicar criterios biológicos en sus obras.

Parafraseando a Bill Mollison, el problema de la construcción actual es que no es un sistema orientado a la producción de viviendas, sino a la producción de dinero.

No es aventurado decir que esta construcción es inconsciente, en el sentido que acabamos de comentar. O, como mínimo, irresponsable.

La construcción convencional desprecia el hecho de que las edificaciones suponen una interferencia mayor o menor en el entorno en el que se asienta y que, por lo tanto, alteran el sistema biológico pre-existente.

No sólo eso, También olvida que el ambiente interior que se origina en las viviendas y lugares de trabajo como resultado de los sistemas de construcción, los materiales y las instalaciones empleados afecta a nuestra salud y a nuestra creatividad.

Si en el centro de la actividad de construir, habitar y urbanizar estuviera la vida, entonces sería lo más normal del mundo que los principios de la bioconstrucción que puedes leer un poco más abajo se aplicaran en todos los ámbitos de la construcción.

De momento, quédate con la idea de que a la hora de proyectar un espacio para vivir o trabajar, la referencia debería ser la naturaleza y que criterios como el económico o el técnico deberían supeditarse a valores como la ética o la cultura.

De otra forma, no es de extrañar que encontremos en nuestras viviendas alteraciones geobiológicas, cerramientos herméticos, falta de luz, humedad atmosférica excesivamente baja, emisiones tóxicas de gases, materiales radiactivos, contaminación electromagnética y una larga serie de factores que inevitablemente harán mella en nuestra salud y, muy probablemente, en la de nuestro entorno.

Las reglas de la bioconstrucción

Para ir abriendo boca te dejo con el listado de las 25 reglas de la bioconstrucción propuestas por el Institut für Baubiologie+Oekologie Neubeuern (IBN), de cuya filial en España, el Instituto Español de Baubiologie soy asesor.

Creo que son un buen avance de los contenidos de los que te iré hablando en las próximas entradas y te permitirán hacerte una idea de todos los temas de los que tendremos oportunidad de charlar.

En relación con los materiales de construcción:

  • Materiales naturales y no adulterados
  • Materiales inodoros o de olor agradable que no emitan sustancias tóxicas
  • Materiales de baja radioactividad
  • Protección acústica y antivibratoria orientada a las personas

En relación con el ambiente interior:

  • Regulación natural de la humedad atmosférica interior mediante el uso de materiales higroscópicos
  • Minimización y disipación rápida de la humedad de la obra nueva
  • Proporción equilibrada de aislamiento térmico y acumulación de calor
  • Temperaturas óptimas de las superficies y del aire ambiente
  • Buena calidad del aire ambiente gracias a una renovación natural
  • Calor radiante para la calefacción
  • Alteración mínima del entorno de radiación natural
  • Ausencia de campos electromagnéticos y ondas de radio en expansión
  • Reducción de la presencia de hongos, bacterias, polvo y alérgenos

En relación con el medio ambiente, energía y agua:

  • Minimización del consumo de energía aprovechando al máximo fuentes de energía renovables
  • Materiales de construcción procedentes, preferiblemente, de la región y que no favorezcan la explotación abusiva de materias primas escasas o peligrosas
  • Prevención de problemas para el medio ambiente
  • Calidad óptima posible del agua potable

En relación con el solar:

  • Ausencia de perturbaciones naturales y artificiales en el solar
  • Viviendas alejadas de fuentes de emisiones contaminantes y ruidos
  • Método de construcción descentralizado y flexible en urbanizaciones ajardinadas
  • Vivienda y entorno residencial, muy relacionados con la naturaleza, dignos y compatibles con la vida familiar
  • Ausencia de secuelas sociales negativas

Construir viviendas sanas

La industria de la construcción, maquillada de verde para encontrar un hueco en un mercado que no da más de sí, sigue, tras sus consignas más modernas de sostenibilidad y eficiencia energética, olvidando los aspectos básicos que deberían regir todo acto de construcción.

La buena arquitectura, expresión visual y significativa del lugar en el que se asienta y cobijo de quienes la habitan, sigue siendo hoy en día escasa.

A menudo, sus claves se han perdido en una carrera vertiginosa e inconsciente.

Sin embargo, la apuesta de la bioconstrucción por construir con la vida es firme y responde a un impulso que, una vez sentido, ya no es posible reprimir.

Ha llegado la hora de construir viviendas sanas.

¿Te apuntas?

Newletter

¿Qué te ha parecido? Si te ha gustado, únete a íNDIKON y recibe mis contenidos y propuestas para suscriptores

 *No compartiré con nadie tu e-mail. A mí tampoco me gusta el spam.