Curso autobioconstrucción

El pasado fin de semana se celebró la segunda jornada del curso de auto-bioconstrucción que impartí en Becerril de Campos (Palencia), como parte del proyecto de formación de mis amigos de In Agrum.

No me está resultando fácil terminar de despedirme de todo lo que aconteció allí.

Y es que el curso-encuentro dio mucho de sí.

Si dedicamos la primera jornada fundamentalmente a la elección del lugar y a comprender la relevancia del ambiente interior de nuestra vivienda, en esta ocasión nos centramos en su construcción.

¿Es posible conseguir que nuestra casa, como nuestra piel, nos conforme y relacione con el ambiente exterior, protegiendo nuestra debilidad sin aislarnos de las influencias cosmotelúricas bajo las que hemos evolucionado durante millones de años?

Sistemas constructivos, materiales e instalaciones biocompatibles ocuparon buena parte del fin de semana.

Hubo tiempo para hablar acerca de los criterios para elegir un sistema constructivo bueno, bello y auténtico (Vivekananda, dixit) y constatar lo lejos que aún estamos de valorar en su justa medida aspectos como la salud, la proporcionalidad, la orientación solar, la diversidad (de formas, proporciones y colores), la personalización, la integración en el paisaje o la sostenibilidad bien entendida a la hora de elegir cómo construir nuestra vivienda.

La arquitectura debe comprender y hacer visible esta elección. La arquitectura popular, anónima y pegada al territorio, es una buena muestra de esa comprensión a menudo olvidada.

Los sistemas constructivos de “kilómetro 0”, a base de madera (casas de troncos, entramados pesados y ligeros), de barro (adobe, tapial o BTC) o de paja (Nebraska o de relleno), centraron la mayor del contenido del primer día de curso.

Pero, ¿cómo elegir los materiales que emplearemos en los cerramientos, los aislamientos o los revestimientos de nuestra casa?

A través de un recorrido por 11 criterios fuimos desgranando las posibilidades de diferentes materiales de construcción, valorando su comportamiento frente a la temperatura, la humedad, la permeabilidad al vapor de agua, el aire, el sonido o la contaminación interior.

No quisimos terminar nuestra incursión en los materiales para la bioconstrucción sin abrir el debate sobre su precio. Porque, ¿cuál es el precio de vivir en una casa sana?

Las instalaciones biocompatibles fueron otro de los grandes temas de esta segunda jornada del curso. Pocas veces caemos en la cuenta de todo lo que queda escondido tras los simples gestos de abrir un grifo, encender una lámpara o acercarnos a una estufa.

¿Podemos seguir considerando el agua exclusivamente como el disolvente universal?

¿Somos conscientes de los efectos biológicos que producen los campos electromagnéticos originados en el interior de nuestras casas?

¿Es posible conseguir un sistema de calefacción radiante óptimo para la salud?

Pero si algo ha resultado motivador en este curso, ha sido vislumbrar juntos la posibilidad real de tomar las riendas del proceso constructivo. El ejemplo de una de las iniciativas pioneras en Europa entorno a la autoconstrucción despertó mucho interés e hizo ya inevitable plantear las primeras acciones para poner en marcha el germen de un grupo de auto-bioconstructores.

Experiencia, conocimiento, aprendizaje, acción. Aprender haciendo podría ser el lema de este pequeño grupo que ya da sus primeros pasos.

La autogestión de nuestro hábitat es hoy uno de los principales retos para quienes pretendemos vivir el estilo de vida de la bioconstrucción. Como escribía hace unas semanas, “un estilo de vida digno, participativo, eficiente y austero”.

Y me he referido expresamente a nuestro “hábitat” porque, una vez más, no se trata únicamente de autoconstruir nuestro cobijo, sino de, al sentirnos parte de la vida, autoconstruir paralelamente esa vida que somos, en toda su amplitud y diversidad.

Y también prefiero hablar de “hábitat” porque me cuesta ya entender una casa sana sin huerta, sin paisaje, sin paisanaje.

La alimentación, la salud o la educación reclaman también un cambio de perspectiva y una nueva mirada, más inclusiva, más holística.

Es la biología del hábitat. Es la construcción de la vida.

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